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Cultura

Sherry: de los fenicios a Shakespeare, la historia de un vino eterno

Hablar de sherry es hablar de un vino que no solo acompaña a la gastronomía, sino que narra la historia de un territorio y de las culturas que lo habitaron.

Publicado por:
Ana Gómez González

Cada copa es un resumen de siglos de comercio, conquistas, viajes oceánicos y revoluciones enológicas. El Marco de Jerez, en Andalucía, no es simplemente un viñedo: es un cruce de caminos donde Oriente y Occidente dejaron huella.

Este vino, que el mundo conoce con su nombre inglés “sherry” y que los locales defienden como jerez, ha viajado tanto como pocos. Fue cargamento de fenicios, moneda de intercambio en la Edad Media, botín de piratas, tributo de reyes y hasta provisión indispensable en expediciones que dieron la vuelta al planeta.

Raíces fenicias: el inicio de una tradición

El origen del sherry se remonta al siglo XI a.C., cuando los fenicios llegaron a la costa gaditana. Aquellos navegantes que fundaron Gadir (la actual Cádiz) introdujeron el cultivo de la vid en la región. No lo hicieron por capricho: sabían que el vino era un producto con valor de mercado, fácil de transportar en ánforas y muy apreciado en todo el Mediterráneo.

En los alrededores de lo que hoy es Jerez ya se prensaban uvas y se almacenaba vino. Los arqueólogos han encontrado restos de lagares fenicios y ánforas que confirman una producción organizada. Desde entonces, el vino de esta zona se convirtió en un viajero incansable, cruzando mares y llegando hasta las mesas de potentes imperios.

Roma y el “vinum ceretensis”

La llegada de los romanos en el siglo II a.C. consolidó la fama del vino jerezano. Roma no solo expandió la red de calzadas y puertos, sino que creó un sistema fiscal que obligaba a etiquetar los recipientes con el origen del producto. En las ánforas halladas en distintos puntos del Imperio aparece la marca Ceret, prueba de que el vino de esta región era reconocido y demandado.

Escritores agrícolas como Columela, gaditano de nacimiento, describieron los suelos de albariza, las técnicas de poda y las labores del viñedo. Muchos de esos principios siguen siendo la base del cultivo de la uva palomino hoy en día. Para los romanos, el jerez no era un vino cualquiera: era un producto de lujo.

La paradoja andalusí

Con la invasión musulmana en el siglo VIII, la producción de vino vivió una situación paradójica. El islam prohíbe el consumo de alcohol, pero la vid nunca desapareció de la campiña jerezana. ¿Por qué? Porque las uvas servían para mucho más que para hacer vino: se producían pasas, se destilaban alcoholes con fines medicinales y se usaba como ingrediente en perfumes.

Además, los cronistas árabes relatan que en determinados ambientes cortesanos el vino seguía circulando discretamente. Fue en esa época cuando el nombre de la ciudad se transformó en Sherish, el término del que más tarde nacería “sherry”.

Reconquista y expansión comercial

En 1264, Alfonso X conquistó Jerez y la rebautizó como “de la Frontera” por su cercanía con el reino nazarí de Granada. El nuevo orden cristiano potenció el viñedo como motor económico y cultural. A partir de entonces, los vinos jerezanos comenzaron a ganar presencia en el comercio con Inglaterra, un mercado clave que marcaría su destino durante siglos.

Los monarcas castellanos protegieron los viñedos con leyes que prohibían arrancar cepas o instalar colmenas cerca de ellas. Se entendía que el vino era un recurso estratégico para el reino, no solo en términos de consumo, sino también como fuente de impuestos y divisas.

El sherry en los océanos

El Renacimiento y los viajes de exploración llevaron al sherry a un nivel global. Cuando Magallanes y Elcano iniciaron la primera circunnavegación de la historia en 1519, las provisiones incluían cientos de toneles de vino jerezano. Se dice que fue el primer vino en dar la vuelta al mundo.

Los barcos que partían de Sevilla rumbo a América solían cargar sherry, tanto para abastecer a las tripulaciones como para comerciar en los puertos del Nuevo Mundo. Con el tiempo, la bebida se convirtió en un símbolo de prestigio en cortes europeas y en las colonias.

Piratas, reinas y Shakespeare

El sherry tuvo un papel curioso en las tensiones anglo-españolas del siglo XVI. En 1587, Francis Drake saqueó Cádiz y se llevó unas 3.000 botas de jerez a Inglaterra. Aquel golpe, lejos de hundir la fama del vino, lo disparó: la corte de Isabel I lo adoptó como bebida predilecta, y pronto se convirtió en un must de la nobleza británica.

El entusiasmo fue tal que hasta William Shakespeare lo mencionó en varias de sus obras, reflejando cómo el jerez ya formaba parte de la cultura popular inglesa. Desde entonces, la relación entre Jerez y Reino Unido quedó sellada.

Revolución bodeguera y el sistema de soleras

A finales del siglo XVIII, el comercio internacional exigía vinos más estables y homogéneos. La respuesta jerezana fue brillante: el sistema de criaderas y solera, un método de envejecimiento dinámico que mezcla vinos jóvenes con otros más viejos para asegurar una calidad constante.

Este proceso no solo mejoró la estabilidad en largos viajes marítimos, sino que creó la tipología moderna del sherry: finos, amontillados, olorosos, pedro ximénez… Cada estilo surgía de decisiones conscientes en la crianza y la fortificación.

En paralelo, surgieron las grandes bodegas de estilo catedralicio, con techos altos y suelos de albero, diseñadas para mantener las condiciones óptimas de crianza. Muchas de esas bodegas aún siguen en pie, impresionando a visitantes de todo el mundo.

Siglo XIX: la era dorada y sus sombras

Durante el XIX, el sherry vivió una auténtica explosión comercial. Empresarios locales y extranjeros —muchos británicos establecidos en la zona— invirtieron en viñedos y bodegas, dando forma a las grandes casas que aún hoy dominan el mercado.

El jerez se convirtió en una de las principales exportaciones españolas, llegando a representar un porcentaje muy alto del comercio exterior del país. Sin embargo, la epidemia de filoxera arrasó los viñedos a finales de siglo, obligando a replantar con portainjertos americanos. Fue un golpe duro, pero también una oportunidad para seleccionar variedades que se mantienen hasta hoy.

El siglo XX: identidad y defensa legal

La fama mundial del sherry también trajo problemas. En muchos países comenzaron a producir vinos que imitaban su estilo y usaban el nombre “sherry” sin tener ninguna relación con Jerez. Australia, Sudáfrica o Canadá lanzaban “sherries” que nada tenían que ver con el original.

Ante esta amenaza, los bodegueros locales impulsaron la creación de una Denominación de Origen que protegiera la autenticidad del producto. En 1933 se reconoció legalmente la DO Jerez-Xérès-Sherry, la primera en España, y en 1935 nació su Consejo Regulador.

El sherry hoy

En la actualidad, el sherry se encuentra en un momento de revalorización. Aunque el consumo global ha disminuido respecto a su época dorada, la bebida ha encontrado un nuevo espacio en la gastronomía de vanguardia y la coctelería internacional. Su versatilidad —desde un fino seco y ligero hasta un pedro ximénez dulce y denso— lo convierte en un vino único en el mundo.

Además, la cultura del sherry se ha convertido en un atractivo turístico. Bodegas centenarias, ferias del vino, catas y rutas enológicas acercan a visitantes de todo el planeta a una tradición que sigue viva.

Te dejo un listado de algunas bodegas que tienes que visitar dentro del Marco de Jerez:

  • Bodegas Tío Pepe (González Byass)👉
    https://www.tiopepe.com
  • Bodegas Lustau👉 https://lustau.es
  • Bodegas Fundador👉 https://bodegasfundador.site👉 https://www.brandyfundador.com
  • Bodegas Álvaro Domecq👉 https://www.alvarodomecq.com
  • Bodegas Hidalgo La Gitana👉 https://bodegashidalgolagitana.com
  • Bodegas Tradición👉 https://bodegastradicion.es
  • Valdespino (Grupo Estévez)👉 https://www.grupoestevez.es/valdespino.cfm
  • Bodegas Barbadillo👉 https://www.barbadillo.com
  • Bodegas Terry (Fernando A. de Terry, S.A.)👉 https://www.terrybrandy.com
  • Grupo Garvey – Bodegas San Patricio👉 https://www.grupogarvey.com