Me invitaron a participar en Sabor Quijote 2025, un programa impulsado por la Diputación de Ciudad Real que busca proyectar el alma manchega a través de su patrimonio, su naturaleza y su gastronomía. Y Daimiel, que fue la primera parada del programa este año, me recibió con los brazos abiertos.
La jornada comenzó temprano, a las 9:00 de la mañana, en el patio del Museo Comarcal de Daimiel. Allí nos recibieron con café y algunos dulces.
Nos entregaron una bolsa de bienvenida con un “kit de supervivencia” : gorra, abanico, mochila, aireadores, enfriadores, una libreta, abridor y una botella reutilizable. Todo personalizado con el logo de Sabor Quijote.

Se nos dividió en dos grupos. Al mío le tocó ir a la Motilla del Azuer, mientras el otro grupo visitaba el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. (Confieso que tenía ganas de verlo también, así que regresé el domingo por mi cuenta y mereció muchísimo la pena).
Motilla del Azuer: el silencio que habla
A las 10:30 llegamos al yacimiento arqueológico de la Motilla del Azuer, un lugar que desconocía y que te transporta a la Edad de Bronce. Imaginar una comunidad asentada allí hace más de 4 000 años, en torno a un pozo y una estructura defensiva única en Europa. Fue una pasada descubrir cómo los seres humanos buscaban agua, defendían su comunidad y sobrevivían en un entorno tan duro.
La visita guiada fue muy amena. Nos explicaron el sistema defensivo, la importancia del pozo central y cómo toda la estructura giraba en torno al agua, al grano y a la protección de la vida. Me encantó caminar entre los muros de piedra seca.

Museo Comarcal: parada obligada si vas a Daimiel
A las 12:00 volvimos al Museo Comarcal de Daimiel, que fue mucho más que una parada entre excursión y comida. Allí descubrí piezas arqueológicas, útiles cotidianos, vestimentas, objetos que narran la evolución del municipio desde la prehistoria hasta el siglo XX.
Entendí cómo Daimiel ha conservado su identidad y cómo el pasado aún respira en sus calles, sus gentes y sus sabores. Fue un complemento perfecto a la visita a la Motilla.
Si tengo que decantarme por algo del museo, esos son los azulejos. Tiene la colección de cerámica más importante de España. Una maravilla.

Acto institucional con tapas y vino
Después llegó el momento más social y sabroso: el acto institucional en el Espacio FISAC, entre las 13:30 y las 16:30. Allí se congregaron autoridades como el presidente de la Diputación, Miguel Ángel Valverde, la vicepresidenta del área de Turismo, María Jesús Pelayo, el alcalde de Daimiel, Leopoldo Sierra, y muchísimos profesionales del sector turístico, prensa especializada y creadores de contenido como yo.
La presentación estuvo en manos del humorista Agustín Durán (con ese ingenio manchego que convierte lo cotidiano en carcajada) y la periodista Gemma Molina, que condujo el evento con ritmo y calidez.
Mientras hablaban, se abría el auténtico festín: una degustación gastronómica que resumía Daimiel en cada bocado. Probamos tapas elaboradas por el restaurante local Brujas, embutidos de caza de Juanma, quesos artesanos de Ojos del Guadiana y Zacatena, aceite virgen extra de Los Candeales, pan de cruz y vinos de Los Pozos y Los Candeales entre otros productos. Lo que se respiraba era algo más que gastronomía: era orgullo, identidad y un mensaje claro: esto es lo que somos, y queremos que el mundo lo sepa.
Un fin de semana de diez
Aunque el evento oficial terminó el sábado por la noche con DJ Cristinay los monólogos de Agustín Durán y Paco Collado “El Aberroncho”, yo decidí quedarme en Daimiel un día más. El domingo por la mañana, sin prisas, fui a ver Las Tablas de Daimiel, uno de los humedales más importantes de la península. Además este año está lleno de agua, que hacía 40 años que no había tanta, por lo que es muy recomendable visitarlo.

Volví a casa con la certeza de que La Mancha tiene una riqueza enorme y muchas veces desaprovechada. Y de que iniciativas como Sabor Quijote son algo son una herramienta poderosa de promoción turística y empoderamiento local.
¡Gracias, Daimiel!
Volveré, sin duda.