En esta entrevista, Óscar Martínez, enólogo de Bodegas Care nos abre las puertas a su mundo: una filosofía de trabajo basada en el respeto por la tierra, la búsqueda de identidad y la constante innovación. Desde el carácter extremo del terroir de Cariñena hasta el papel protagónico de la Garnacha y la apuesta por la sostenibilidad, cada respuesta destila el alma de un proyecto que ha sabido conquistar con vinos únicos. Una conversación que revela cómo se forja un vino que no solo se bebe, sino que también se siente.
1. ¿Qué significa para ti ser enólogo de Care?
Ser enólogo de Care es mucho más que hacer vino: es dar vida a una historia en cada copa. Es interpretar la tierra, entender el alma de cada uva y convertir todo eso en algo que emociona.
Formar parte de Care es trabajar con pasión, con identidad propia y con una visión valiente que se refleja en cada vino. Es un orgullo y un placer que se saborea.

2. ¿Cómo definirías la filosofía de la bodega en una frase o concepto clave?
Hacemos vino con cabeza, corazón y mucho Care.
3. ¿Qué hace único al terroir de Cariñena y cómo se expresa eso en sus vinos?
El terroir de Cariñena es puro contraste: suelos pedregosos, altitud, un sol potente y el Cierzo soplando fuerte. Esa mezcla extrema hace que la uva se esfuerce (y lo que se esfuerza, sabe mejor).
En nuestros vinos se nota: hay fuerza, estructura, fruta intensa y una personalidad que no se olvida. Es tierra con carácter, y eso se bebe.
4. ¿Qué papel juega la variedad Garnacha en la identidad de la bodega?
La Garnacha es nuestra bandera: tinta y blanca, es pura expresión de Aragón. Es historia, territorio y emoción embotellada. En Care apostamos fuerte por ella porque representa lo que somos: vinos con alma, fruta y carácter.
Pero ojo, la Cariñena también viene pisando fuerte. Tiene garra, personalidad, y es parte del futuro que ya estamos construyendo.

5. ¿Cómo influye el clima extremo de Cariñena en la toma de decisiones enológicas?
En Cariñena el clima es extremo y eso orienta todas las decisiones en bodega.
Con una media anual de solo 12,8 °C y diferencias térmicas de casi 18 °C entre invierno y verano; junio-julio-agosto rondan los 22–23 °C de media, con máximas que alcanzan hasta casi 30 °C, y precipitaciones muy irregulares —entre 400 y 600 mm al año, concentradas en primavera y otoño. Ese estrés térmico e hídrico significa uvas más maduras con pieles concentradas y acidez equilibrada. Las decisiones enológicas son precisas: vendimiamos de noche para preservar frescura; trabajamos con barricas y maceraciones que potencien estructura sin enmascarar la fruta; usamos lías finas para ganar untuosidad y evitar evoluciones indeseadas. Todo está controlado para que también hable el terroir. El resultado: vinos con intensidad aromática, buen cuerpo y una frescura sorprendente, fiel reflejo de un clima único que impone carácter.
6. ¿Trabajáis con levaduras autóctonas?
En Care utilizamos principalmente levaduras comerciales para garantizar fermentaciones seguras y uniformes.
Pero el año pasado lanzamos el proyecto Millesime, un paso firme hacia lo auténtico: localizamos y multiplicamos levaduras propias de una finca ecológica de Garnacha en secano, en Almonacid de la Sierra. Ya hicimos siembras y los resultados fueron fantásticos: fermentaciones rápidas y estables, y vinos con intensidad frutal y alta calidad.
7. ¿Tienes un vino favorito dentro de la gama Care? ¿Por qué?
Elegir un favorito en Care es difícil, porque cada vino tiene su historia y su personalidad.
Pero si tuviera que quedarme con uno, sería nuestro Care Garnacha Blanca.
Es fresco, vibrante y refleja como ningún otro la esencia de nuestra tierra y nuestra apuesta por lo diferente.
Es ese vino que sorprende, que invita a seguir explorando y que siempre deja ganas de más.
8. ¿Cómo ves el futuro de la Denominación de Origen Cariñena en el panorama internacional?
El futuro de la DO Cariñena pinta espectacular. Este 2025 es un punto de inflexión:
Zaragoza es ya la Capital Mundial de la Garnacha, y Cariñena ha sido nombrada Ciudad Europea del Vino, algo que impulsa a toda la región a nivel internacional. Esto abre una ventana enorme para que la DO crezca, se consolide y se posicione como referente mundial, mostrando la fuerza de nuestras variedades autóctonas como la Garnacha (tinta y blanca) y la Cariñena, que están marcando tendencia y ganando reconocimientos.

Creo que veremos cómo los vinos de Cariñena, con su carácter único y autenticidad, llegan cada vez más lejos, conquistando paladares exigentes y conectando con un público que valora calidad y tradición con un toque moderno.
La DO tiene todo para ser una estrella internacional del vino.
9. ¿Qué innovaciones o prácticas sostenibles están implementando en Care?
En Care, la sostenibilidad es parte de nuestra esencia.
Contamos con el sello ECOPROWINE desde hace varios años, lo que refleja nuestro compromiso con prácticas ecológicas y responsables. Además, tenemos la certificación FSSC22000 v6.0, que nos asegura que todo el proceso, desde la viña hasta la botella, cumple con los mejores estándares.
Entre nuestras innovaciones sostenibles están: el uso eficiente del agua, la gestión de residuos orgánicos para compostaje, técnicas de cultivo en secano que respetan el equilibrio natural del suelo, y fermentaciones responsables que minimizan el impacto ambiental.
También seguimos investigando con levaduras autóctonas para potenciar la biodiversidad local.
En resumen, en Care innovamos cada día para producir vinos de calidad con el menor impacto posible, cuidando el medio ambiente y nuestra tierra para las futuras generaciones.
10. ¿Qué te gustaría que sintiera alguien al probar un vino de Care por primera vez?
Al probar un vino de Care, me gustaría que la gente dijera: «¡Wow, esto es otra historia!» Que sientan la tierra, la frescura y esa chispa que te hace querer brindar una y otra vez. Que sea como un buen momento que no olvidas y siempre quieres repetir.
11. ¿Tienes algún sueño o proyecto pendiente como enólogo que aún no hayas realizado?
Después de tantos años, desde mis comienzos en la Cooperativa de Maluenda, pasando por Bodegas Aragonesas, donde tuve la suerte de crear vinos como Fagus o Garnacha Centenaria, y luego en Irius y Alianza de Garapiteros con Nietro y Alquez, cada etapa ha sido un aprendizaje y una pasión constante. En Care, desde 2017, sigo volcando toda esa experiencia para hacer vinos con alma y personalidad.Pero, claro, siempre hay un sueño pendiente…Me encantaría seguir explorando nuevas formas de expresar nuestra tierra, quizá con proyectos aún más sostenibles o innovadores que mezclen tradición y tecnología, y que permitan que los vinos de Aragón sigan sorprendiendo al mundo.La enología es un viaje sin fin, y eso es lo que hace que cada proyecto nuevo sea un reto y una ilusión constante.