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El alma de Jumilla en 9 copas: una cata organizada por la DOP Jumilla y AEPEV

El pasado 16 de junio, la Escuela Española de Cata acogió un evento que fue mucho más que una simple cata.

Publicado por:
Ana Gómez González

Fue una inmersión en el alma de una tierra con nombre propio: Denominación de Origen Protegida Jumilla, una de las regiones vitivinícolas más antiguas de nuestro país.

Organizada por la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV) en colaboración con el Consejo Regulador de la DOP Jumilla y la Escuela Española de Cata, la jornada reunió a profesionales del sector, periodistas especializados y amantes del vino con un objetivo claro: descubrir por qué Jumilla no es solo una denominación, sino una forma de entender la viticultura.

Los vinos que disfrutamos en esta cata

La cata fue conducida por Carolina Martínez, secretaria general del CRDOP Jumilla, y presentó nueve de los oros del Certamen de Calidad de Vinos DOP Jumilla 2025, una muestra selecta de lo mejor que ofrece esta tierra:

1. Carchelo Orange AirénBodegas Carchelo

Me encanto este vino. Es una versión honesta y vibrante del Airén, con una elaboración artesanal que resalta su carácter mediterráneo. Un vino de mínima intervención y máxima personalidad, lleno de matices cítricos, florales y terrosos.

2. Castillo San Simón Monastrell – García Carrión

Este rosado de Monastrell me sorprendio por su frescura. Presenta un perfil vibrante y ofrece aromas de frambuesa y fruta madura.

3. Infiltrado Syrah EcológicoCasa de la Ermita (mención al Mejor Vino Ecológico)

Un monovarietal de Syrah yrah joven y directo, que seduce con su color vibrante y aromas de fruta roja y golosinas. En boca, destaca por su frescura sincera y una expresión natural sin artificios.

4. Marzas Monastrell 2024 – Bodegas Delampa (mejor vino monastrell)

Una pasada de vino con una rcp insuperable. Este Monastrell de pie franco combina autenticidad y equilibrio, con una nariz limpia de fruta madura y una boca sabrosa y persistente. 

5. Casa de la Ermita Roble Monastrell-Petit Verdot – Casa de la Ermita

Este vino muestra un color atractivo y profundo que invita a descubrir su complejidad aromática. Está elaborado con Monastrell y Petit Verdot. Es equilibrado, con una fruta madura bien integrada junto a toques especiados y un tanino elegante. Su frescura y persistencia lo convierten en una experiencia placentera y sofisticada.

6. Alceño 12 Monastrell Cepas Viejas 2022 – Bodegas Alceño

Este vino refleja la riqueza y autenticidad de la Monastrell, con una profundidad y elegancia que destacan su origen en viñedos antiguos. La crianza en roble francés y americano aporta complejidad y suavidad, realzada por la fermentación maloláctica. 

7. Sabatacha Monastrell Crianza 2020 – Bodegas BSI

Este monastrell de viñas viejas, vendimiado a mano y cuidadosamente macerado durante diez días, da lugar a un vino con cuerpo, estructura y un perfil auténtico. Una expresión seria y bien trabajada de la variedad.

8. Amatus 2023 (vino dulce) – Bodegas Bleda

Me enamoré de este vino. Un monastrell dulce de cepas viejas, concentrado y profundo, con notas a fruta deshidratada y una boca golosa pero equilibrada. Elegido mejor vino dulce de Jumilla 2024, es puro carácter y elegancia.

9. Lacrima Christi, naturalmente dulce – Bodegas BSI

Ofrece una expresión delicada de la Monastrell más madura, con dulzor natural y textura suave. Un vino dulce que convence por su equilibrio y autenticidad, sin excesos. Recuerda a un PX. Creo que en una cata a ciegas nunca dirías que es una Monastrell.


La Monastrell, uva emblemática de la denominación, fue la gran protagonista. Pudimos catar diferentes vinos elaborados con esta variedad, que nada tenían que ver unos con otros: desde tintos con cuerpo hasta dulces naturales.

Los 9 vinos que catamos en la cata

Un territorio que une lo diverso

Lo que distingue a la DOP Jumilla no es solo la calidad de sus vinos, sino la riqueza de su territorio. Se trata de una denominación supraautonómica, una rareza en el mapa vitícola español, que abarca parte del sureste de la provincia de Albacete (Montealegre del Castillo, Fuente-Álamo, Ontur, Hellín, Albatana y Tobarra) y el norte de la Región de Murcia, donde se sitúa el municipio de Jumilla, que da nombre a la DOP.

Esta geografía convierte a Jumilla en un territorio bisagra entre la llanura manchega y las tierras más suaves del Levante. Un lugar de transición donde conviven dos climas, dos relieves, dos influencias, y de cuya fusión nace una identidad vitícola única.

Suelos: la raíz silenciosa del carácter

Si hay un factor decisivo en el estilo de los vinos de Jumilla, es el suelo. La denominación se asienta sobre una combinación de suelos pardos, pardo-calizos y calizos, todos ellos con gran capacidad hídrica y permeabilidad media, cualidades cruciales en un entorno de clima semiárido con inviernos fríos y veranos intensos.

Estos suelos permiten que las cepas aprovechen eficientemente el agua, incluso en épocas de sequía prolongada. Además, su estructura física dificulta la propagación de la filoxera, lo que ha permitido conservar cepas viejas en pie franco, una rareza hoy en día.

La composición es pobre en materia orgánica, con un pH elevado y baja salinidad, lo que añade tensión y longevidad a los vinos. Su textura franca y franco-arenosa mejora la oxigenación radicular, mientras que su profundidad —a menudo con necesidad de romper una costra caliza aflorante— favorece el desarrollo profundo de las raíces.

Muchos de estos suelos se originaron durante el final del Terciario (Mioceno–Plioceno) y el comienzo del Cuaternario (Pleistoceno). Son suelos alóctonos, formados por sedimentos calizos arrastrados desde las montañas cercanas. Esta herencia geológica se traduce en una base sólida para que la vid se exprese con intensidad y autenticidad.

Viña en vaso, viticultura de verdad

La mayoría del viñedo se cultiva de forma tradicional, en vaso y con poda corta, respetando un modelo sostenible y adaptado al medio. El 80 % del viñedo se maneja bajo este sistema, y cerca del 90 % está ocupado por la variedad monastrell, una uva rústica, potente y resistente, que ha aprendido a convivir con el clima de la región. También hay presencia minoritaria de airén, syrah, garnacha tintorera y petit verdot, entre otras.

El viñedo de Jumilla se sitúa entre los 350 y los 980 metros de altitud, un factor clave que introduce contraste térmico entre el día y la noche, ayudando a preservar la acidez natural de las uvas, mejorar la maduración fenólica y reforzar el perfil aromático de los vinos.

Estilos para todos los gustos

Los vinos tintos son la columna vertebral de la DOP. Representan el 90 % de la producción y son conocidos por su intensidad aromática, con notas de frutas negras, cerezas maduras, regaliz y hierbas secas. En boca, destacan por su cuerpo, taninos firmes pero integrados, y una expresión franca del terreno.

Los blancos, aunque minoritarios (5 %), sorprenden por su frescura y perfil cítrico. Elaborados a menudo con airén o variedades blancas más recientes, están ganando protagonismo por su ligereza y capacidad gastronómica. Los rosados (4 %) ofrecen una paleta cromática atractiva —rosas, frambuesa, salmón— y un paso de boca frutal y refrescante. Por su parte, los vinos dulces —naturales o de vendimia tardía— como Amatus o Lacrima Christi, son joyas ocultas, capaces de ofrecer complejidad y persistencia con un perfil elegante y profundo.

Cinco mil años de historia en una copa

El vino no es un recién llegado a Jumilla. En 1978, se descubrieron en la región las pepitas de vitis vinifera más antiguas de Europa, datadas en el año 3.000 a.C.. También se hallaron joyas como los pendientes íberos con forma de racimo de uva, del siglo IV a.C., hallados en la Necrópolis de Coimbra del Barranco Ancho. Esa joya histórica es hoy el símbolo del Consejo Regulador, que entrega una réplica como trofeo en sus certámenes anuales.

Durante siglos, la vid fue parte del paisaje, pero el gran impulso llegó en el siglo XIX, cuando la filoxera devastó los viñedos franceses. Jumilla, gracias a sus suelos inmunes, se convirtió en proveedor clave de mosto y vino, lo que disparó la economía local. En 1961 se constituyó el Consejo Regulador, y en 1966 se aprobó su reglamento oficial, siendo una de las primeras DOP reconocidas en España.

Presente sólido, futuro exportador

Hoy, Jumilla exporta más del 60 % de su producción. Sus principales mercados internacionales son Estados Unidos, Alemania, Canadá, Reino Unido y China, lo que demuestra su competitividad y atractivo global. En 2024, la DOP vendió más de 21 millones de botellas, una cifra que reafirma el valor y la solidez del proyecto colectivo.

Además, iniciativas como el Certamen de Calidad de Vinos Jumilla no solo ayudan a posicionar los mejores vinos de la zona, sino que sirven como escaparate para mostrar al mundo el nivel técnico, la diversidad estilística y la coherencia que define a esta denominación.

La cata del pasado 16 de junio fue un recordatorio de que no hace falta adornar lo que ya tiene esencia. Jumilla no busca parecerse a nadie. Tiene su propia voz: profunda, austera, pero elocuente. Su fuerza está en su historia, en su paisaje, en la Monastrell. En su manera de hacer las cosas con respeto a la tierra y a la tradición.

Quien conoce Jumilla, no solo bebe vino. Conecta con una tierra que lleva miles de años hablando a través de sus uvas. Os animo a todos a catar más vinos de esta tierra, porque de verdad sorprenden.